Maria y Julián

Son las cinco de la tarde. María, tumbada sobre la camilla que le han proporcionado en el servicio de urgencias del hospital más cercano a su casa, espera pacientemente.
De pronto oye como la agitación aumenta en el espacio (“box lo llaman ellos”) contiguo al suyo:

-Jaime(SAMU): Julián Gutiérrez, 62 años. Presenta dolor torácico opresivo: irradia a epigastrio y espalda. Cuando lo hemos recogido sudaba profusamente y presentaba un claro cuadro confusional.
-Isabel(Residente): Juan, enchúfale el electro ya, por favor. Jaime, ¿nada más en la historia?.
-Jaime: hemos estado rebuscando en los cajones del cuarto de baño y hemos encontrado aspirinas, ibuprofeno... lo de siempre. Había un envase vacío de CovalsÒ(Lovarsartán + Furosemida). Digo yo que estará con tratamiento hipertensivo, como todos.
-Isabel: ¿qué tal la tensión?
-Juan(Enfermero): están trayendo el aparataje, que está en trauma.
-Jaime: Isabel, no descartes la pancreatitis, parecía que se acababa de dar una buena comilona. En la ambulancia la tensión era de 150-105 y el electro parecía completamente normal, pero ya sabes...
-Isabel: estupendo Jaime, muchas gracias, ya nos ocupamos nosotros...

María, 36 años, se quedará con las ganas de conocer el final de la historia. Se siente un poco cansada, sin fuerzas. Vienen a recogerla. Hace unos minutos le han hecho un TAC, ahora le van a hacer otra prueba, un ETE dicen. Puede leer la preocupación en la mirada de los que lo atienden pero ella está tranquila.




El Síndrome de Marfan le acompaña desde que nació. Pronto se dio cuenta de lo que esta enfermedad suponía y cuando, en la última revisión anual, vieron que su aorta tenía un diámetro de 6cm ya le avisaron de que podían acercarse complicaciones graves.
Esta mañana no ha tenido dudas. Cuando le han empezado a fallar las piernas y un súbito mareo se ha apoderado de ella ha llamado desde la misma cocina a la ambulacia que le ha traído al hospital, luego ha caído al suelo, desmayada.
A su llegada le han hecho un ECG, era completamente normal. No presentaba ningún dolor pero la sintomatología disfuncional era tan evidente y los antecedentes clínicos tan preocupantes que la indicación de TAC era absoluta.



La sospecha fue confirmada: el aneurisma se había roto y se observaba una doble luz muy cerca del istmo aórtico que alcanzaba parcialmente el tronco braquiocefálico izquierdo(Tipo I de Stanford, A de Bakey).

Ya ha firmado la autorización para una cirugía extremadamente arriesgada pero, antes de empezar es necesario un eco transesofágico para tratar de localizar con más precisión el punto exacto de rotura de la íntima. Se lo harán en el mismo quirófano. Antes de empezar...

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